El Estado Islámico, ese movimiento yihadista que ya controla buena parte del noreste de Siria y del noroeste de Irak, aparece tan determinado y seguro de sí mismo como confusa toda la región que lo rodea. No constituye en absoluto un Estado nuevo, dado que rechaza la noción de frontera y no presta atención alguna a las instituciones. En contrapartida, nos enseña mucho acerca de la situación en Oriente Próximo y, sobre todo, acerca de la situación de los Estados en la región, por no hablar de la política exterior de los países occidentales.
Este movimiento conquistador tiene una identidad sorprendentemente clara, dada su composición –voluntarios de todos lados– y sus orígenes. La historia empieza en Irak cuando, después de la invasión estadounidense de 2003, un puñado de ex muyahidin de la guerra de Afganistán abre una franquicia local de Al Qaeda.
Enseguida su doctrina se disocia de la de la casa (...)