Hemos “cortado el cordón” y estamos ebrios de libertad. Gracias a una miríada de adminículos que funcionan sin cable, nos comunicamos con el mundo entero mientras nos desplazamos. Los especialistas denominan “contacto permanente” a este nuevo comportamiento. Las formas de dependencia se multiplican y arraigan. A finales del año 2003, se habían vendido en el mundo más de 500 millones de teléfonos móviles; un tercio de la población japonesa utilizó internet a través de su teléfono móvil; los abonados estadounidenses pasaron más de 15.000 millones de horas hablando por su teléfono móvil; los europeos enviaron 113.000 millones de SMS (Short Message Service); pero, con 220.000 millones de mensajes de texto, China es quien se coloca a la cabeza.
Al igual que otras anteriores a ella, la comunicación móvil es, en su origen, una necesidad creada por quienes controlan los medios de producción y tienen, además, un interés político en ver (...)