Cada vez más países europeos reconocen a sus ciudadanos el derecho a morir dignamente. Un reconocimiento que, la mayoría de las veces, se ha hecho sin dramatismo, sin invectivas furiosas, sin predicciones catastróficas, como las del profesor Bernard Debré en Francia, y en cada caso, integrando al debate –siempre público y mediatizado– a la mayoría de los ciudadanos.
Los holandeses fueron los primeros en Europa que reconocieron el derecho a la eutanasia y que al mismo tiempo modificaron –los únicos, por el momento– su Código Penal.
La ley del 12 de abril de 2001 es muy clara. Su artículo 293 establece que “la acción de poner fin a la vida de otra persona no es punible, en la medida en que la efectúe un médico que cumpla con los requisitos mencionados en el artículo 2 (…) y que lo notifique al médico forense del distrito”.
Se considera que se han cumplido estos “requisitos” (...)