De Mahmud Abbas (Abu Mazen), tal vez la historia retenga que fue la mejor opción en el peor momento. Hombre negociador en un momento de unilateralismo; hombre de envergadura nacional en un momento en que se derrumba bajo sus pies el movimiento nacional; hombre de dimensión internacional cuando el interés mundial se encoge como la piel de zapa; hombre de palabra en una época en que sólo los actos tienen voz y voto; creyente inveterado en una paz final, cuando a su alrededor el horizonte se reduce a lo provisional. Para Abbas no hay, parece, ninguna salida. Tal vez su hora ya ha pasado, o tal vez está por venir. Pero, para él, el período actual se revela como una verdadera pesadilla.
Enfrente, el primer ministro israelí Ariel Sharon reina con fuerza. Con su nuevo partido, Kadina, hace algo más que ocupar el centro del tablero político, lo devora (ver Avnery, (...)