En las elecciones presidenciales de 2002, alrededor de un millón de electores votaron en blanco en la primera vuelta y 1,8 millones en la segunda. Este tipo de voto, constante entre 1945 y 1993 (2,5% aproximadamente), aumenta regularmente desde 1993, acercándose al 5%.
La ley francesa, a diferencia de la ley griega, sueca o belga (aunque el voto es obligatorio en este último caso), no incluye estos votos en los sufragios emitidos. De hecho, los asimila a las abstenciones. Sin embargo, la Constitución de la II República había decidido lo contrario en nombre del derecho de expresión de los electores. Desde 1988, se presentaron doce proyectos de ley en favor del reconocimiento del voto en blanco; el último data de 2003; ninguno prosperó. Asociaciones, incluso a nivel europeo, se movilizan para que los votos en blanco se diferencien de los “nulos” y se los considere como tales.
En la profunda crisis que (...)