Isla pequeña, grandes preguntas. ¿Deben los ciudadanos pagar por la locura de los banqueros? ¿Existe todavía alguna institución vinculada a la soberanía popular capaz de oponer su legitimidad a la supremacía de las finanzas? Estos eran los desafíos del referéndum organizado el 10 de abril de 2011 en Islandia. Ese día, por segunda vez, el gobierno sondeaba a la población: ¿aceptan ustedes reembolsar los depósitos de particulares británicos y holandeses al banco privado Icesave? Y, por segunda vez, los habitantes de la isla devastada por la crisis iniciada en 2008 respondieron “no”; lo hizo el 60% de los votantes, frente al 93% en la primera consulta, en marzo de 2010.
El final de la votación adopta un tono particular en un momento en que, bajo la presión de los especuladores, de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional (FMI), los gobiernos del viejo continente imponen políticas de austeridad para las (...)