Mientras las negociaciones entre Teherán y los occidentales chocaban desde hacía meses en la cuestión del enriquecimiento del uranio –al que Irán tiene derecho según el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), derecho negado por diversas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU–, la idea de una solución vino de donde nadie la esperaba. Hace más de 40 años, Estados Unidos construyó en Teherán un reactor nuclear destinado a la investigación médica. Tras la Revolución de 1979 y de la ruptura de las relaciones diplomáticas con Washington, Irán se vio obligado a buscar en otra parte el uranio, enriquecido al 20%, necesario para su funcionamiento. Gracias a un acuerdo con Argentina, firmado en 1988, obtuvo 23 kilos de este combustible, una cantidad suficiente para alimentar el reactor hasta finales de 2010.
La cercanía de esa fecha llevó al ministro de Asuntos Exteriores iraní, Manuchehr Mottaki, a escribir en junio pasado (...)