Como ocurre con las distancias geográficas, el transcurso del tiempo tampoco es la fatal antesala del olvido. Las cuatro grandes revoluciones obreras habidas en Europa durante la era industrial han corrido suerte muy desigual: la insurrección espartaquista alemana de 1919 fue etiquetada como “revolución olvidada”; en cambio, la también derrotada Comuna de París de 1871 continúa irradiando carga simbólica como pionera en la lucha por la emancipación del proletariado, compitiendo incluso con la de los soviets de Petrogrado de 1917, sobre todo desde que, a finales del siglo XX, ésta última concluyera víctima de un colapso.
La cuarta es el “Octubre español” de 1934. De aquel movimiento que arrojó un balance de más de dos decenas de millares de víctimas entre muertos, heridos y encarcelados, sólo la “Comuna asturiana” sería elevada a los altares por sus incondicionales antes de que la petición de amnistía por los encarcelados diera quince (...)