Sobre una de las paredes de la oficina de Klaus Lereder cuelga una pintura al óleo de colores un poco envejecidos: un retrato de Karl Marx. Y, cada vez que el dirigente berlinés del partido Die Linke (La Izquierda) abre su ordenador, aparece como fondo de pantalla la foto multicolor de una multitud en una manifestación.
Para los alemanes de derechas, este decorado tiene algo que repele: Karl Marx, a quien se creía enterrado desde la reunificación alemana, vuelve a la superficie; en cuanto a las manifestaciones en las calles, que durante las dos décadas posteriores al final de la República Democrática Alemana (RDA) no interesaban a nadie, vuelven a estar de moda. Pero en el ala izquierda de Die Linke este decorado suscita un temor de naturaleza totalmente diferente: que Karl Marx y las manifestaciones pronto no existan más que en los fondos de pantalla de los ordenadores y en (...)