Desde el lanzamiento de un “diálogo ampliado” entre los miembros del G-8 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Rusia) con otros países (China, la India, Malasia, Argelia, Arabia Saudí, Egipto, Sudáfrica, Nigeria, Senegal, Brasil, México) en la Cumbre de Evian (junio de 2003), los procedimientos interestatales de consulta que pretendían reformar la gobernanza del planeta no dejaron de complejizarse e institucionalizarse. Confrontados con la crisis, los Estados del G-8 y los países en vías de desarrollo buscan la arquitectura idónea para discutir problemas globales.
Los primeros amplían su diálogo a las “grandes potencias emergentes”. En 2007, el proceso llamado de Heiligendamm (G-13) asoció a los miembros del G-8 con un G-5 compuesto por Sudáfrica, Brasil, China, la India y México; en julio de 2009, durante la Cumbre de L’Aquila, el G-13 se convirtió en G-14 con la participación de Egipto.
Los segundos quieren organizarse para que (...)