Portada del sitio > Mensual > 2023 > 2023/06 > Bitcoin, guerra contra las maras y un presidente ‘millennial’ en El (...)

El país con el mayor índice de detención del mundo

Bitcoin, guerra contra las maras y un presidente ‘millennial’ en El Salvador

El presidente salvadoreño Nayib Bukele, elegido en 2019, confía en reducir la criminalidad en su país recurriendo a encarcelamientos masivos a despecho de las libertades individuales y los derechos humanos. Muy activo en las redes sociales, se reviste también de una imagen de hombre apasionado por la tecnología y promotor planetario de las criptodivisas. Una fusión que apenas oculta las carencias de su programa político.

por Anne-Dominique Correa, junio de 2023
JPEG - 1.7 MB
Traslado de 2.000 presos a la megacárcel Centro de Confinamiento de Terroristas, en Tecoluca (El Salvador), 24 de febrero de 2023. SECRETARÍA DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA. GOBIERNO DE EL SALVADOR

Un grupo de turistas con pantalones cortos estampados de flores hawaianas, gorras de patinador y rostros untados de cualquier manera con crema solar, deambula por las callejuelas arenosas de El Zonte, una localidad surfera a una hora de viaje de la capital de El Salvador, el país más pequeño de América Central. Hablan inglés con acento estadounidense, canadiense o incluso alemán. Blandiendo sus palos para selfis, posan con un cóctel delante de un magnífico atardecer anaranjado para extasiarse más tarde ante minúsculas tortugas recién salidas de sus huevos que se precipitan torpemente hacia sus primeras olas. A estos forasteros jamás les faltan sus smartphones último modelo, sobre todo para pagar los cocos y las pupusas (tortillas de masa de maíz rellenas de queso y alubias) con bitcoins por medio de un código QR.

La criptodivisa fue probada durante dos años en El Zonte –rebautizado como Bitcoin Beach (‘playa del bitcoin’)–, tras lo cual, el 8 de junio de 2021, el presidente salvadoreño Nayib Bukele decidió convertirla en una “moneda” de curso legal: una primicia mundial, pese al hecho de que el activo no goza de las propiedades esenciales de una moneda (1). Llegados para asistir a la conferencia Adopting Bitcoin (‘adoptar el bitcoin’), celebrada en la capital entre el 15 y el 17 de noviembre de 2022, para los extranjeros esto tiene algo de peregrinaje. Algunos de los ponentes todavía no han comprado el billete de vuelta a sus países de origen: “Estoy pensando en instalarme aquí –fantasea Jesse Shrader, cofundador de Amboss, una empresa de nueva creación con sede en Estados Unidos–. Con la quiebra de FTX [la segunda mayor plataforma de criptomonedas, que entró en bancarrota el 11 de noviembre de 2022], es posible que en Estados Unidos se pongan a regular. Aquí hay más libertad”.

Desde la adopción del bitcoin, El Salvador se ha convertido en El Dorado de unos libertarios tecnófilos que ven en este activo descentralizado un heraldo de su utopía. “Mucha gente que procede del sector tecnológico, creadores de contenidos, influencers o nómadas digitales se han instalado en el país”, constata Jeremy, un exmilitar estadounidense que se ha mudado recientemente a El Salvador y desea conservar el anonimato. Poco después de su llegada, fundó una empresa destinada a guiar en sus trámites administrativos a esta nueva diáspora. “La mayor parte viene de países ­como Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca… –enumera en su ático, situado en un barrio de alto copete de la capital–. Creían vivir en democracias liberales, pero con las restricciones impuestas por la pandemia, se dieron cuenta de hasta qué punto el Estado controlaba su vida cotidiana. Así que se pusieron a ver si en otras partes el paisaje era algo más prometedor”.

Nayib Bukele, de 41 años, miembro de una generación Y fanática de la tecnología, satisface todas las fantasías del colectivo al que se refiere Jeremy: el 21 de noviembre de 2021 anunció la construcción de una Bitcoin City en las faldas del volcán Conchagua, en el este del país. “Cuando Alejandro Magno fue conquistando el mundo, decidió establecer veinte Alejandrías por todo su imperio –explicó entonces desde el escenario al que acababa de subirse a los sones de You shook me all night long, de AC/DC–. Estas ciudades fueron faros de esperanza para el resto del planeta. Nosotros debemos establecer nuestra primera Alejandría aquí, en El Salvador”. La construcción de la ciudad será financiada con la emisión de bonos denominados en bitcoin, los llamados “bonos volcán”, por valor de mil millones de dólares. Sus actividades de minado se alimentarán de la energía geotérmica producida por el volcán. El impuesto sobre el valor añadido (IVA) será el único que cobre la ciudad. “Un paraíso de libertad”, resume Jeremy.

Pero, de momento, solo los adeptos del bitcoin sacan en realidad provecho de ese paraíso. Más allá de las fronteras de El Zonte, lo más frecuente es que el país se asemeje a una gigantesca cárcel. El 26 de marzo de 2022, tras la probable ruptura de una tregua, el país conoció la jornada más sangrienta de las dos últimas décadas: más de 62 personas fueron masacradas por las maras MS-13 y Barrio 18. Bukele decretó el estado de excepción al día siguiente. Desde entonces, la policía patrulla las calles y ciudades enteras se encuentran rodeadas por el Ejército. Más de 60.000 personas fueron encarceladas (2), aupando a El Salvador al título de país con el mayor índice de detención del mundo. Según informa World Prison Brief, basándose en datos de las Naciones Unidas, el índice de población reclusa de El Salvador es de 1086 personas por 100.000 habitantes. Un artículo aparecido el 26 de julio de 2022 en La Prensa Gráfica –el periódico más importante del país– sostiene que, en base a datos de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), el índice puede que incluso llegue a 1220 reclusos por 100.000 habitantes. Ante la explosión de la población penitenciaria, el Gobierno, tras una construcción a marchas forzadas, inauguró el 2 de febrero un “Centro de Confinamiento de Terroristas” destinado a acoger a 40.000 reclusos adicionales.

¿Una ciudad futurista a tiro de piedra de una cárcel? “El caparazón de Bukele está pintado con colores vivos, frescos y muy cool –analiza la diputada de oposición Claudia Ortiz, del partido Vamos, que nos recibe en su despacho de la Asamblea Legislativa–, pero oculta en su interior un fondo autoritario que recuerda a nuestra historia reciente”. Entre 1980 y 1992, una guerra civil caracterizada por la violencia de las Fuerzas Armadas se saldó con en torno a 75.000 muertos y cerca de 8000 desaparecidos. Cuando fue elegido, en noviembre de 2019, Nayib Bukele encarnaba, sin embargo, una esperanza de renovación: “Este día El Salvador ha pasado la página de la posguerra y ahora podemos empezar a ver hacia el futuro”, declaró la noche de su victoria con el 53% de los votos en primera vuelta, bajo la enseña del partido conservador Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Con 37 años, el joven candidato acababa de romper el bipartidismo de los partidos Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, de derecha) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, de izquierda), que hasta entonces se habían sucedido en el poder desde el final de la guerra civil sin lograr erradicar la violencia ni la pobreza. Aunque Bukele se forjó su ascenso político en el seno del FMLN, en especial como alcalde de San Salvador (2015-2019), la prensa lo vio como un outsider (The New York Times, 3 de febrero de 2019), un “candidato antisistema” (La Croix, 2 de febrero de 2019) o incluso “un nuevo Macron” (Le Soir, 5 de febrero de 2019). Seducido por su aspecto de emprendedor, su edad y su “sentido de las redes sociales”, The Washington Post saludó su posicionamiento “no ideológico” y su personalidad “refrescante” (5 de febrero de 2019).

Pero resulta que la realidad descrita por los medios de comunicación era como una pompa de jabón, que indefectiblemente acaba por estallar. “Nunca habíamos sufrido tantos retrocesos democráticos” desde los acuerdos de paz de 1992, constata Claudia Ortiz. Tras su investidura, Bukele despidió, vía Twitter, a los funcionarios cercanos al FMLN. Más adelante, el 8 de febrero de 2020, irrumpió en la Asamblea Legislativa escoltado por policías y militares para obligar a los parlamentarios de oposición, todavía mayoritarios, a aprobar un préstamo de 109 millones de dólares para financiar su programa de seguridad. Al final, se ve que fue la gracia divina la que salvó a la Asamblea Legislativa de un golpe de Estado: tras simular haber rezado, Bukele abandonó el hemiciclo al encuentro de una muchedumbre que lo aguardaba delante de la institución: “Dios me dijo: ‘Paciencia, paciencia, paciencia’ –explicó–. Todos esos sinvergüenzas [los diputados de la oposición] van a salir por la puerta de afuera y los vamos a sacar democráticamente” (3).

Meses más tarde, asunto zanjado: el 28 de febrero de 2021, su nuevo partido Nuevas Ideas, en alianza con GANA, obtuvo la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa. Una mayoría que le permitió allanar todos los obstáculos. El 1 de mayo de 2021, Bukele hizo “limpieza” en la Justicia (4). La Asamblea Legislativa apartó a los jueces de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, que le habían prohibido usar el Ejército para detener a quienes violaban el confinamiento durante la pandemia, y destituyó al fiscal general. El 27 de septiembre de 2021, los diputados aprobaron asimismo una ley que obligaba a jubilarse a un tercio de los jueces y fiscales. “Ya no hay Justicia independiente”, resume Juan Antonio Durán, uno de los jueces que se opuso a la decisión y que asegura sufrir intentos de intimidación por parte del Gobierno.

Desde la declaración de la “guerra contra las pandillas”, “estos atentados contra la democracia se han vuelto moneda corriente”, lamenta Claudia Ortiz, una de las pocas diputadas que el 12 de enero de 2023 votó en contra de la décima prórroga del estado de excepción. Según la organización no gubernamental (ONG) Cristosal, que desde el 26 de marzo ha registrado 4071 denuncias de abuso de poder, entre los detenidos se cuentan miles de inocentes: “La mayor parte de los arrestos son arbitrarios; no hay investigación previa ni orden de detención”, deplora Abraham Ábrego, director del Programa de Litigio Estratégico de la ONG. Según los testimonios recabados, tener un tatuaje (señal de pertenencia a las maras), vivir en un barrio pobre dominado por las pandillas, la delación anónima de un vecino o un antecedente penal bastan para justificar un arresto. Un fenómeno que se ve acompañado de un sospechoso aumento del número de desapariciones (léase el artículo de Benjamín Fernández “Sin cadáver no hay crimen”).

En la capital, los familiares de los detenidos esperan a pie firme delante de las cárceles o los edificios administrativos para tener noticias de sus allegados. Acompañada de su hija de quince años, Marta prefiere conservar el anonimato por temor a las represalias. Tapada con una mascarilla y un suéter con capucha, la mirada clavada en el suelo, se apoya en la reja que rodea el establecimiento. Su hijo de 22 años fue arrestado el 28 de mayo cuando transportaba, como cada día, frutas y verduras a los comerciantes de su pueblo en el departamento de San Vicente, a un centenar de kilómetros de la capital. Acusado, como la mayoría de los detenidos, de asociación de malhechores, fue internado en la cárcel de Izalco, a 60 kilómetros al oeste de San Salvador.

Su madre sospecha que el arresto tuvo que ver con una vendetta: “Mi hijo no es mal chico”, afirma. Años atrás, la más joven de sus cuatro hijas fue violada por un “pandillero” (nombre que reciben los miembros de las maras), tras lo cual presentó una denuncia que acabó con el encarcelamiento del violador. Ahora, Marta está convencida de que este denunció a su hijo a cambio de una reducción de la pena. Pero incluso aunque llegara a probar tal cosa, el destino de su hijo seguiría siendo incierto: la Justicia, desbordada, da curso a los expedientes deprisa y corriendo. “A veces, los abogados de oficio se ocupan de más de trescientos casos y solo disponen de cinco minutos para intervenir –asegura Abraham Ábrego–. Las vistas se hacen en masa. La más concurrida juzgó a 600 prisioneros de golpe”. El abogado de oficio del hijo de Marta la citó para hoy, pero no ha venido. “A veces viene, a veces no”, explica Marta. En cuanto a su hijo, “ni siquiera sabemos si está vivo o muerto”.

“En una guerra siempre habrá víctimas inocentes y daños colaterales”, minimizaba el vicepresidente Félix Ulloa en La Prensa Gráfica el 9 de julio de 2022. En cuanto al presidente Bukele, solo le preocupa el índice de homicidios. Si baja, todo va bien. “A punto de cerrar el mes más seguro de nuestra historia, en el año más seguro de nuestra historia”, se felicitaba en Twitter el 31 de diciembre del pasado año, y anunciaba que en 2022 los homicidios se habían reducido a la mitad (495) en comparación con los 1147 de 2021 (5). Incluso amenazó con endurecer aún más las condiciones de vida en las cárceles. “Ustedes [los reclusos] desatan una ola de criminalidad y nosotros quitamos la comida en las cárceles”, anunció en Twitter el 5 de abril de 2022. El 1 de noviembre, Bukele obligó a los reclusos a demoler en los cementerios a golpe de martillo las tumbas de antiguos miembros de las maras que ostentaban los símbolos de MS-13 o B-18. Cualquier voz crítica que denuncie estas prácticas se ve acusada de “defender” a las pandillas.

Lo que no impide que las cotas de popularidad de Bukele sigan siendo estratosféricas. Según la última encuesta de Gallup, en octubre de 2022 (6), goza del 86% de apoyo, el índice de aprobación más elevado de los presidentes de América Latina. “Soy el dictador más cool del mundo mundial”, ironizó en septiembre de 2021 (7) antes de incluir esta descripción en su perfil de Twitter. Mientras que, en el pasado, los presidentes de El Salvador eran ilustres desconocidos, Nayib Bukele es una inspiración que supera las fronteras de su país. En Chile, el diputado derechista Gaspar Rivas se autoproclamó “el nuevo Bukele” tras la presentación, el 3 de agosto de 2022, de un proyecto de ley destinado a endurecer las medidas preventivas contra los delincuentes (8). En Ecuador, el 6 de septiembre del pasado año, la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, le pidió al presidente Guillermo Lasso que “copiara” las políticas de Bukele para combatir la inseguridad (9). La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, siguió los pasos del dirigente salvadoreño y decretó el 25 de noviembre el estado de excepción para emprender, como su vecino, una “guerra contra la extorsión” y las pandillas (10).

¿Cómo se explica semejante popularidad? “El Gobierno consigue vender percepciones”, analiza Óscar Ortiz, que combatió en las filas de la guerrilla antes de asumir la vicepresidencia de El Salvador durante el mandato del presidente Sánchez Cerén (2014-2019), del FMLN. Al margen de la reducción numérica de la violencia, Nayib Bukele no ha resuelto los principales problemas del país: El Salvador tendrá en 2023 la tasa de crecimiento más baja de América Central (1,6%). Además, entre 2019 y 2021 la pobreza extrema se disparó del 4,6% al 7,8%, y la mitad de la población no logra saciar el hambre (11).

Bukele domina a la perfección las técnicas de marketing. Antes de ingresar en política, dirigía una agencia publicitaria familiar, Obermet, que se ocupó sobre todo de organizar las campañas del FMLN. Desde la presidencia, recicla sus habilidades profesionales con fines de propaganda gubernamental: así, inunda YouTube con vídeos dignos de una producción hollywoodiense y bombardea Twitter con hashtags virales. Bukele no tiene el menor problema en ponerse en primer plano para crear el bombazo publicitario de turno. En septiembre de 2019, causó sensación al hacerse un selfi desde la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando se disponía a pronunciar su primer discurso en la cámara. “El nuevo mundo ya no está en esta Asamblea General, sino en el lugar a donde irá esta foto –explicó entonces–. Muchas más personas verán este selfi que las que escucharán este discurso” (12). No se equivocaba: la foto dio la vuelta al mundo.

“Según nuestros estudios, a Bukele le bastan doce horas para convertir un tema en tendencia en las redes sociales, mientras que los movimientos sociales necesitan 501 horas –sostiene Amparo Marroquín, investigadora del Departamento de Comunicación y Cultura de la Universidad Centroamericana–. Cuando queremos hablar de los arrestos injustificados, su gigantesco aparato de comunicación nos aplasta”.

Por otra parte, el presidente salvadoreño solo se expone a la prensa en muy contadas ocasiones. Todos los miembros de su partido y del Gobierno han ignorado nuestras solicitudes de entrevistarlos. “Bukele es como una marca, hay que protegerla”, justifica Florencia Vilanova, embajadora de El Salvador en Alemania, que acompaña a una delegación de bitcoiners alemanes de visita en El Zonte en el marco de la conferencia Adopting Bitcoin. Bukele prefiere más bien promocionar su “marca” ante influencers y youtubers que rara vez hacen preguntas ingratas. El 5 de marzo de 2021 concedió, por ejemplo, una larga entrevista a Juan Bertheau (conocido como “Berth Oh”) y Luisito Comunica, cuyo canal de Youtube cuenta con más suscriptores que la población de El Salvador.

La obsesión del Gobierno por su imagen constituye su principal brújula política. Su nuevo partido, Nuevas Ideas, se asemeja a una cáscara vacía: en sus estatutos no consta ningún principio, ni ha elaborado un programa político. “En cuanto se le quita el espectáculo, los fuegos artificiales, uno se da cuenta de que este Gobierno no está cambiando nada en el país”, analiza Ricardo Castañeda, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI). “La adopción del bitcoin lo ilustra bien”, concluye: la medida estaba abocada al fracaso.

Al proclamarla, el 6 de junio de 2021, el presidente Bukele la defendió diciendo que el bitcoin favorecería la inclusión financiera de los salvadoreños sin acceso al sistema bancario (el 70% de la población) y que reduciría el coste de las transferencias monetarias de la diáspora salvadoreña en Estados Unidos, que en 2021 supuso el 21% del producto interior bruto (13). Un año y medio más tarde, los esperados beneficios tardan en manifestarse: en la capital, casi ningún comercio acepta los pagos con la criptodivisa y solo el 2% de las transferencias realizadas por la diáspora recurren a ella (14). Por si fuera poco, ante la caída de la cotización del bitcoin, los fondos públicos depositados en la criptomoneda que el Gobierno detenta (por un valor imposible de verificar de 107 millones de dólares, según la página web Nayibtracker.com) han perdido más de la mitad de su valor inicial. “Es como confiar la política económica del país a un casino”, ironiza Ricardo Castañeda.

Durante una entrevista concedida el 3 de noviembre de 2022 al periodista Tucker Carlson en Fox News, el presidente Bukele lo admitió: la adopción del bitcoin fue una vasta operación de rebranding, o cambio de imagen de marca. Pero El Salvador no es un supermercado: ¿cuánto tiempo durará la ilusión?

NECESITAMOS TU APOYO

La prensa libre e independiente está amenazada, es importante para la sociedad garantizar su permanencia y la difusión de sus ideas.

(1) Léase Frédéric Lemaire, “El bitcoin y el riesgo de una burbuja financiera”, Le Monde diplomatique en español, febrero de 2022.

(2) “Más de 60 mil detenidos en ‘guerra’ contra pandillas en El Salvador”, La Jornada, México, 13 de diciembre de 2022.

(3) “Bukele invadió la Asamblea Legislativa con fusiles y de la mano de Dios”, Factum, 10 de febrero de 2020.

(4) “Con la ayuda del Parlamento, Bukele ‘limpia la casa’ en El Salvador”, France 24, 7 de mayo de 2021.

(5) Mariela Palma, “El Salvador registró 495 homicidios en 2022, según gabinete de seguridad”, La Prensa Gráfica, El Salvador, 4 de enero de 2023.

(6) CID Gallup: Presidente Bukele cuenta con el desempeño mejor evaluado en América Latina”, Diario La Huella, El Salvador, 13 de octubre de 2022.

(7) “Presidente Bukele dice en Twitter que es ‘el dictador más cool del mundo’”, El Tiempo, Bogotá, 21 de septiembre de 2021.

(8) Alberto González, “Diputado Rivas se autoproclama el ‘Bukele Chileno’: Seré ‘comisario contra las lacras asquerosas’”, 3 de agosto de 2022, www.biobiochile.cl

(9) “Cynthia Viteri: El Presidente Bukele dejó de temblar y actuó con valor contra los delincuentes”, Última Hora, San Salvador, 31 de mayo de 2022.

(10) “Honduras declara la emergencia en seguridad por extorsión”, Associated Press, 25 de noviembre de 2022.

(11) Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal), 2022.

(12) “Nayib Bukele en la ONU se toma un selfie en el estrado”, canal de Youtube La Nación Costa Rica, 26 de septiembre de 2019.

(13) “Bitcoin au Salvador: ‘Titanic monétaire’ pour les uns, alternative au dollar pour les autres”, La Tribune, París, 7 de septiembre de 2021.

(14) “Especial bitcóin. Las remesas que llegan por la Chivo son menos del 2%”, El Economista, San Salvador, 12 de septiembre de 2022.

Anne-Dominique Correa

Periodista.

Artículo anterior

Las dos caras de la frontera

Artículo siguiente

“Sin cadáver no hay crimen”