Decía Charles Peguy que una sociedad justa puede definirse como aquella en la que no hay exilio, y en la que no hay necesidad de huir para evitar la persecución y buscar refugio en otra parte. Por eso, una de las paradojas más hirientes en la situación de los derechos humanos es la que resulta de la tendencia creciente a la restricción del derecho de asilo en el seno de la Unión Europea (UE) y en España. Al mismo tiempo, se ha incrementado exponencialmente el número de quienes se ven obligados a huir de su país para encontrar refugio, un lugar seguro en el que no sufran persecución ni vean en grave riesgo sus derechos fundamentales. A las persecuciones por razones políticas, por la pertenencia a minorías amenazadas, por causa de guerras o conflictos civiles que se multiplican, se han sumado otras vinculadas a la opción sexual, a la (...)
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España restringe el derecho de asilo
Refugiados: nuevos problemas, viejas reticencias
El número de refugiados en el mundo no cesa de aumentar. Ya alcanza la insólita cifra de 47 millones... Porque, a las causas “tradicionales” (persecuciones por razones políticas, por pertenencia a minorías amenazadas, o por guerras y conflictos civiles), se han sumado otras nuevas vinculadas a la opción sexual, a la condición de género o a los desastres medioambientales (“refugiados climáticos”). Frente a este incesante aumento, la tendencia en muchos países es a la restricción de la concesión del estatuto de refugiado. En el caso concreto de España, que ha modificado, en octubre de 2009, su Ley reguladora, esta tendencia es clarísima: en los primeros seis meses del año pasado se registraron poco más de 1.600 solicitudes de asilo. Unas cifras que suponen, con respecto a 2007, una disminución del 61%... No parece que esa sea la capacidad de acogida propia de un país que se presenta como “una de las diez primeras potencias mundiales”.
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