Para Inmanuel Kant, el filósofo ilustrado alemán, la diferencia entre la mano izquierda y la mano derecha era la revelación misma del espacio como un marco de oposiciones insuperables. Las dos manos pueden unirse –para aplaudir o rezar– pero no sustituirse; están frente a frente, radicalmente reñidas, sin que ninguna operación lógica puede resolver esa contradicción espacial absoluta. No hay síntesis posible que pueda reconciliarlas; ninguna transformación del espíritu puede poner una en el lugar de la otra. Por más que la giremos y la retorzamos, por más vueltas que le demos sobre sí misma, la mano izquierda nunca podrá llegar a ser la mano derecha ni –al revés– la mano derecha convertirse, a fuerza de moverse, en la mano izquierda. Y es por ello por lo que esa diferencia constituye, todavía hoy, la regla primera de toda orientación en el espacio.
Trasladada al terreno político, la orientación parece más complicada, (...)