Durante la Exposición Universal de 1900, en París, una de las atracciones principales consistía en ubicarse en un vagón de la Compañía Internacional de coches-cama, reconstruido de manera idéntica. Los 50.859.955 visitantes que hicieron la experiencia pudieron contemplar, durante cuarenta y cinco minutos, los diversos paisajes que recorre el Transiberiano.
Un decorado en cuatro velocidades, montado sobre rollos, desfilaba más o menos rápidamente según su grado de alejamiento. Los nueve rollos que pintó Pavel Pyasetsky entre 1894 y 1899 representaban alrededor de 850 metros de paisajes, escenas de la vida local, pequeñas estaciones o la construcción de ciudades nuevas a lo largo de las vías del Transiberiano. Cada rollo pesaba entre 17 y 25 kilos. El pequeño (y luego gran viajero) Paul Morand hizo así, a los 12 años, su “primer gran viaje”…