Debido a sus convicciones socialistas, Edmond (Maillecottin, obrero en los establecimientos Bertrand, el equivalente de las fábricas Renault) se ve obligado a creer firmemente en la existencia de clases y en su profunda separación: de una parte la clase capitalista, de la otra la clase obrera. Burguesía y proletariado. Pero más que nada se trata de una noción del entendimiento. Para Edmond no se corresponde con lo que probablemente existía en el hombre de pueblo de la época: el sentimiento de dos razas distintas. Sólo ubicaría en una zona de la humanidad especial y alejada, que sólo conoce de oídas, a los “aristócratas”, los “nobles”. (...)
Si se le permitiese juzgar por sí mismo, Edmond podría percibir fácilmente en la sociedad tres grandes categorías: los afortunados de nacimiento, que llegaron al mundo con dinero; los pícaros, que se dedican a engañar a los compañeros y que también son favorecidos por la (...)