Desde que el 9 de diciembre de 1948 Naciones Unidas adoptara el convenio sobre prevención y represión del crimen de genocidio, esta palabra se instaló en el habla corriente para significar el mal absoluto, el horror extremo que destruye poblaciones civiles desamparadas. Creado en 1944 por el jurista polaco Raphael Lemkin, el término tuvo una creciente aceptación internacional. Así fue como se habló de “genocidio” en casi todos los conflictos de la segunda mitad del siglo XX que provocaron muchas víctimas civiles: de Camboya a Chechenia, pasando por Burundi, Ruanda, Guatemala, Colombia, Irak, Bosnia, Sudán...
Asimismo, el concepto se empleó de manera retroactiva para calificar la masacre de los habitantes de Melos por los griegos (siglo V a.C.), de los vandeanos en 1793, de los indios de América del Norte y de los armenios en 1915, sin olvidar tampoco los casos de hambruna en Ucrania, las distintas deportaciones de poblaciones en (...)