“¡No va a haber nadie!”. En plena carrera hacia la alcaldía de São Paulo, el equipo de campaña de Fernando Haddad fue claro: la presidenta Dilma Rousseff no podía siquiera soñar con hacer su acto político en apoyo al candidato del Partido de los Trabajadores (PT) ese viernes 19 de octubre, exactamente en el mismo horario del último episodio de Avenida Brasil, la telenovela de la cadena Globo que causó sensación en 2012. Esa noche, decenas de millones de brasileños asistirían al enfrentamiento final entre las dos heroínas, Nina y Carminha, para saber, finalmente, quién había matado a Max. Convencida, la presidenta dejó el acto para el día siguiente.
Con Avenida Brasil, el país parece haber reanudado las grandes misas que congregan a la mayoría de las familias frente a la pequeña pantalla. Todo un desafío, teniendo en cuenta que la telenovela brasileña o, como prefieren llamarla aquí, la novela, cumplió (...)