Ese 9 de febrero de 2018, en France 5, Jean-Marc Dumontet muestra el entusiasmo de un scout. Está ahí para promocionar su festival “Paroles citoyennes” (“Palabras ciudadanas”), que, durante un mes, ofrecerá reposiciones de diez espectáculos comprometidos. El proyecto es “hacerse eco de las grandes cuestiones sociales de nuestro tiempo”: “Realmente hay que defender nuestras democracias, pues peligran más de lo que pensamos”, declara.
Dumontet es amigo del presidente de la República Francesa. Productor de espectáculos, propietario de numerosas salas en París, (Théâtre Antoine, Point-Virgule, Bobino…), director de la inenarrable ceremonia de los Premios Molière, businessman aguerrido conspirador del teatro privado, posee el halo de los héroes macronianos. Encarna el éxito. Podría haberse quedado ahí, saborearlo. Pero en Macronlandia, como primero de la fila, uno debe devolverle al mundo lo que ha podido lograr gracias a él. Así que Dumontet restituye a raudales. No es ministro de Cultura como predijeron algunos, (...)