En los libros de historia que traten del siglo pasado, se recordará al que fuera primer ministro de Israel Isaac Rabin, asesinado el 5 de noviembre de 1995 por un extremista judío que justificó su crimen por su voluntad de poner fin al proceso de paz palestino-israelí conocido bajo el nombre de “Acuerdos de Oslo”. Acuerdos que se habían puesto en marcha con la firma, el 13 de septiembre de 1993, de la declaración de principios palestino-israelíes, por la que el Estado de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se reconocían mutuamente y se preveían cinco años de autonomía para Cisjordania y la Franja de Gaza, durante los cuales sería negociado un estatuto definitivo para estos territorios.
El autor de una reciente biografía de Rabin, el historiador Yossi Goldstein no es el único en concluir: “Si Rabin no hubiera sido asesinado, los acuerdos de Oslo hubieran tenido (...)