Nuestro convoy arranca discretamente para no llamar la atención de la Policía, que persigue a los curiosos que se interesan demasiado por la suerte de los trabajadores extranjeros. En el recodo de un sendero polvoriento se alinean los barracones, sumergidos en una casi absoluta oscuridad. Con sus fachadas sin enlucir y montones de escombros abandonados un poco por todas partes, ese “campamento de trabajadores” se asemeja a un barrio de chabolas. El recinto del estadio Ahmed Bin Ali de Al Rayyan, la segunda ciudad de Qatar, acogerá varios partidos del Mundial de Fútbol.
Una docena de indios y nepalíes asalariados, de esa obra situada a unos veinticinco kilómetros al noroeste de Doha, la capital, recibe a la delegación sindical de la Federación Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera. En su minúsculo dormitorio de nueve metros cuadrados se superponen ocho camas provistas de colchones sucios y gastados. “Hace cuatro (...)