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“Nicas” emigrados

El sueño costarricense

¿Qué queda de la Revolución Sandinista? Los recuerdos de los combates que, el 17 de julio de 1979, desembocaron en la caída de la dictadura de Anastasio Somoza. El resentimiento respecto a los Estados Unidos y a su agresión por medio de contrarrevolucionarios interpuestos. El sabor amargo de la derrota electoral en 1990, en una Nicaragua abrumada por la guerra y el hambre. El desastre de las políticas neoliberales impuestas por los Gobiernos que, desde entonces, han pasado por el poder. ¿Interrumpirá este funesto ciclo la victoria de Daniel Ortega, el pasado 5 de noviembre? ¿Acabará con el caos social que empuja a decenas de miles de nicaragüenses al exilio?

por Raphaele Bail, diciembre de 2006

Están allí, esperando como cada lunes al atardecer. Son sobre todo ancianos, mujeres y niños. En el cruce de dos callejuelas polvorientas, están atentos a la llegada de la camioneta. Todo el pueblo de Santa Rosa del Peñón, en el norte de Nicaragua, espera noticias de Costa Rica. Cuando el vehículo que entrega los paquetes aparece vertiginosamente en medio de una nube gris, se genera una verdadera batahola: la gente se acerca para recoger cartas, pagarés metidos en un sobre, y hasta una pequeña nevera. Desde el país vecino, los emigrantes originarios de Santa Rosa ayudan a sus familias: el pueblo depende de la ayuda externa. Las sumas enviadas varían entre 10 y 100 dólares mensuales, “para poder comer”, “para los cuadernos de los niños”, “para los medicamentos” o “para pagar una deuda”.

Desde que Nicaragua redujo sus servicios públicos, los gastos escolares y de atención médica revierten sobre la población, (...)

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