Las elecciones pakistaníes del 25 de julio tuvieron lugar bajo la influencia del Ejército, más aún que las anteriores. El país, que nació en agosto de 1947 de la división de la India británica, ya ha experimentado tres golpes de Estado, que permitieron a los militares gobernar, en total, durante unos treinta años (de 1958 a 1970, de 1977 a 1988 y de 1999 a 2008). Sin embargo, desde hace diez años, han abandonado el papel protagonista, dejando que se sucedan los civiles en el poder tras escrutinios más o menos empañados por irregularidades.
El de 2008 marcó una transición democrática en dos etapas: en febrero, el Partido del Pueblo Pakistaní (PPP) ganó las elecciones legislativas gracias a la oleada de simpatía provocada por el asesinato de Benazir Bhutto, la hija de su fundador, Zulfikar Ali Bhutto; en agosto, el general Pervez Musharraf cedió la presidencia al viudo de Benazir Bhutto, (...)