¿El final de un idilio?

Durante ocho años, Ramzán Kadýrov dirigió su república sin que el presidente ruso Vladímir Putin le hiciera nunca públicamente el menor reproche. Hasta el 4 de diciembre de 2014, cuando un ataque de un grupo de insurgentes en pleno Grozni se salda con la muerte de veinticuatro personas. Algunos días más tarde, las autoridades chechenas aplican un método que acostumbran emplear, el castigo colectivo, y destruyen las casas de las familias de los rebeldes. Inmediatamente después, el jefe del Estado ruso recuerda durante una conferencia de prensa emitida en directo por televisión que “todo el mundo en Rusia debe respetar la ley vigente”. Putin, a continuación –prueba de que no se trata de una irritación pasajera–, siembra dudas sobre la revalidación del mandato de Kadýrov, a principios de abril de 2015. A Kadýrov no le gusta nada que se juegue con él y hace saber que planea abandonar el cargo. (...)