Habrán bastado, pues, algunos meses para que Estados Unidos se retire del acuerdo internacional de París sobre el cambio climático, adopte nuevas sanciones económicas contra Rusia, invierta la dinámica de normalización de las relaciones diplomáticas con Cuba, anuncie su intención de denunciar el acuerdo nuclear con Irán, dirija una advertencia a Pakistán, amenace a Venezuela con una intervención militar y se declare preparado para atacar a Corea del Norte “con un fuego y una ira que jamás se han visto antes en este mundo”. Desde que la Casa Blanca cambió de inquilino el pasado 20 de junio, Washington solamente ha mejorado sus relaciones con Filipinas, Egipto, Arabia Saudí e Israel.
La responsabilidad de Donald Trump en esta escalada no es exclusiva. En efecto, los representantes electos neoconservadores de su partido, los demócratas y los medios de comunicación lo ovacionaron cuando, durante la primavera pasada, ordenó la realización de maniobras militares en (...)