Los trabajos del lingüista holandés Abram de Swaan, retomados y completados por el francés Louis-Jean Calvet, proponen un modelo de funcionamiento del sistema lingüístico mundial denominado “gravitacional” o “galáctico”, cuyo centro está ocupado por el inglés. Este sistema no ha caído del cielo: es el resultado histórico de lógicas de poder, de guerras, de invasiones, de migraciones, de dominaciones coloniales, etc. En el periodo reciente, procede también de relaciones de fuerza económicas y, sobre todo, ideológicas: la conquista de las mentes es, en este sentido, más determinante que la de los territorios.
En la base hay alrededor de 6.000 lenguas, de las cuales el 90% son habladas por menos del 5% de la población mundial, y que llamaremos periféricas. Entre ellas, se cuentan 500 que son utilizadas por menos de 100 personas. Dentro de un mismo Estado, a veces se pueden enumerar varios cientos de idiomas; el récord lo tiene Papúa-Nueva (...)