Al oir a Philippe Leclerc, de ACNUR, descibir a los apátridas, esos seres humanos sin nacionalidad y por consiguiente “sin patria”, no dejo de pensar en mis abuelos llegados a Francia en 1928 provenientes de Checoslovaquia y de Ucrania, vía Austria, etc…declarados apátridas a su entrada en territorio francés. Su petición de nacionalización estuvo a punto de tener éxito en vísperas de la Segunda Guerra Mundial: la llegada del ejército alemán y la ocupación decidieron otras cosas.
Les hizo falta esperar hasta 1948. En el transcurso de esos veinte años, periodo de guerra aparte, estaban registrados, tenían papeles, podían trabajar y se beneficiaban casi de los mismos derechos que los ciudadanos franceses.
No estoy seguro, sesenta años más tarde, de que la situación mundial sea tan “favorable”. La población apátrida, no existente para ningún país, es por definición invisible, a menos que se ponga en marcha una estructura operativa para identificarla. Es (...)