En 2017, casi 124 millones de personas en 51 países y territorios padecían inseguridad alimentaria aguda en grado de crisis o situaciones peores, necesitando ayuda humanitaria urgente para salvaguardar sus vidas y preservar sus medios de vida. Esto representa un incremento en comparación con 2015 y 2016, cuando se notificó que 80 y 108 millones de personas, respectivamente, afrontaban niveles críticos.
La variabilidad climática y los eventos extremos son una de las principales causas de las crisis alimentarias. En 2017, por ejemplo, los choques climáticos fueron la causa fundamental de crisis alimentarias en 34 de los 51 países que afrontaban inseguridad alimentaria. Donde los conflictos y los choques climáticos tienen lugar de manera conjunta, la repercusión en la inseguridad alimentaria aguda es aún mayor.
Los efectos del cambio climático en la agricultura
El cambio climático y los eventos extremos son uno de los principales factores responsables del reciente aumento del hambre a nivel mundial y una de las principales causas de las graves crisis alimentarias. La situación del hambre es significativamente peor en los países cuyos sistemas agrícolas son extremadamente sensibles a la variabilidad de las precipitaciones, la temperatura y a las sequías graves, y donde los medios de vida de una elevada proporción de la población dependen de la agricultura. Analicemos, a continuación, cuáles son los efectos concretos del cambio climático en la agricultura.
Los cambios en el clima ya están debilitando la producción de los principales cultivos (trigo, arroz y maíz) en regiones tropicales y templadas y, si no nos adaptamos a ellos, se prevé que esta situación empeore a medida que las temperaturas aumenten y se vuelvan más extremas. El número de eventos extremos, incluidos el calor extremo, las sequías, las inundaciones y las tormentas, se ha duplicado desde principios de la década de los noventa, con una media anual de 213 eventos durante el período comprendido entre 1990 y 2016.
Los desastres climáticos han acabado por dominar el panorama de los riesgos hasta el punto de que actualmente representan más del 80% de los principales desastres notificados a nivel internacional. De todos los peligros naturales, las inundaciones, las sequías y las tormentas tropicales son las que más afectan a la producción de alimentos. La sequía, en particular, causa más del 80% de los daños y pérdidas totales en la agricultura, especialmente en los subsectores de la ganadería y la producción de cultivos.
En muchas zonas, los fenómenos extremos han aumentado en número e intensidad, especialmente donde las temperaturas medias están incrementando, es decir, los días muy calurosos están pasando a ser más frecuentes y los días más calurosos, se hacen todavía más calurosos. Las anomalías de temperaturas en las superficies cultivadas siguieron siendo más elevadas que la media a largo plazo durante el período 2011-16, lo cual ha dado lugar a temperaturas extremadamente elevadas frecuentemente en los últimos cinco años.
En los últimos años se ha registrado una gran variabilidad en los datos sobre precipitaciones, lo cual muestra fuertes anomalías tanto positivas como negativas en comparación con la media histórica. Son muy notables los niveles de lluvias inferiores a lo normal registrados en gran parte del mundo en 2015-16, algunos de los cuales también son evidentes durante el período 2011-16. Este es particularmente el caso en África, América Central y del Sur y Asia sudoriental. Los medios de vida de millones de familias de agricultores a pequeña escala, pastores y productores agropastoriles dependen de las precipitaciones, pero si estas sobrepasan los niveles normales suelen ser peligrosas y provocan daños en los cultivos, erosión del suelo e inundaciones. Durante el fenómeno de El Niño de 2015-16, gran parte de Asia experimentó mayores precipitaciones de lo normal.
Las inundaciones provocan más desastres relacionados con el clima a nivel mundial que ningún otro evento climático extremo. Y los desastres causados por inundaciones han experimentado el incremento más elevado (un 65%) en términos de incidencia durante los últimos 25 años. La naturaleza de las estaciones lluviosas también está cambiando, específicamente el momento en que se producen los fenómenos climatológicos estacionales y numerosos países y regiones (especialmente en África y Asia) están ahora más expuestos a cambios en la estacionalidad. En 51 países de ingresos bajos y medianos se produjo un inicio temprano o tardío de las estaciones, 29 experimentaron estaciones de menor duración y 28 registraron ambas circunstancias.
Los efectos del clima en la seguridad alimentaria y la nutrición
Existe nueva información procedente de las hojas de balance de alimentos de los países que apunta a reducciones de la disponibilidad de alimentos e incrementos de los precios en regiones afectadas por el fenómeno de El Niño en 2015-16. Este fenómeno dio lugar a grandes desviaciones y anomalías climáticas en comparación con las pautas históricas, las cuales se experimentaron de maneras diferentes y con grados de intensidad distintos en diversas partes del mundo.
Los indicadores de la seguridad alimentaria y la nutrición se pueden asociar en especial a un evento climático extremo, por ejemplo, la sequía grave, que dificulta de manera crítica la agricultura y la producción de alimentos. En casi el 36% de los países que experimentaron un aumento de la subalimentación desde 2005, coincidió con la presencia de una sequía grave. De los 27 países que sufrieron condiciones de estrés por sequía grave, la mayor parte (19 países) se encuentran en África y los restantes se sitúan en Asia (4 países), en América Latina y el Caribe (3 países) y en Europa oriental (1 país).
Los datos indican que el número de países de ingresos bajos y medianos expuestos a eventos climáticos extremos ha aumentado del 83% en 1996-2000 al 96% en 2011-16. Lo más llamativo es que la frecuencia y la intensidad de la exposición a eventos climáticos extremos también han aumentado.
El informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018, publicado por la FAO, ha estado centrado en esta edición en los efectos del cambio climático en la seguridad alimentaria y la nutrición. Como conclusión, podría decirse que allí donde la producción agrícola, los sistemas alimentarios y los medios de vida son vulnerables a la variabilidad climática y a los eventos extremos, los países se enfrentan a un riesgo mayor de inseguridad alimentaria y malnutrición.