El 3 de febrero de 2020, el general Abdel Fattah Burhan, presidente del Consejo de Soberanía sudanés, y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se reunieron en Entebbe (Uganda) para iniciar una cooperación con miras a una “normalización de las relaciones” entre sus respectivos países. Preparada en secreto durante las semanas previas, la reunión finalmente se pudo llevar a cabo gracias al apoyo prestado por el presidente de Uganda, Yoweri Musevini. Para el Estado hebreo, ya inmerso en una política de seducción dirigida a los países subsaharianos, poder hacer oficial este acercamiento ha significado una victoria diplomática nada desdeñable puesto que ha incrementado el número de países árabes que, como Egipto, Jordania o las petromonarquías del Golfo, han escenificado el fin de su boicot a Israel.
En Sudán, en un primer momento la noticia causó estupefacción dentro del gobierno federal del primer ministro Abdallá Hamdok, y su portavoz denunció, tres días (...)