La prosa densa, el flujo de la conciencia que informa la poesía de Anne Carson (Canadá, 1950) es el equivalente literario a instalarnos en la mente de otra persona, que no es otra que la propia Carson, mientras reparamos en las idas y venidas de sus pensamientos, en los temores tras de sus ojos. La cercanía de ese personaje, la propia autora, invita a nuestra comprensión de los que nos rodean. Eso hace que su poesía sea tan absorbente. La familiaridad es una prueba de la habilidad con la que están escritas unas composiciones que, en unos cuantos versos, logran captar con precisión la naturaleza de ciertas personas: ciertos rasgos, manías y maneras que no son sino las nuestras; otras vidas, otros mundos, tan parecidos a este.
La autora se dirige a su yo futuro que no es sino el lector que algún día leerá el poema que está escribiendo. Los (...)