“¡Abiyán se ha convertido en una ciudad sin blancos!”, exclama un visitante beninés esa mañana de octubre. En efecto, la capital de Costa de Marfil parece haber cambiado mucho en algunos años. Los graves acontecimientos de noviembre de 2004 durante los cuales el ejército francés disparó contra una muchedumbre de manifestantes delante del hotel Ivoire y mató a 67 personas, incitaron a los franceses a mostrarse discretos. Los comerciantes libaneses y los hombres de negocios chinos parecen haberlos sustituido. Este nuevo ambiente ilustra un nuevo reparto político, interno e internacional.
Superpoblada por la afluencia de un millón de desplazados venidos de las zonas del norte del país controladas por la rebelión, pauperizada por cinco años de guerra y sacrificios, Abiyán parece acumular todos los males de las megalópolis africanas. Los nyama-nyama, inmundicias de toda clase, invaden los barrios populares. Es decir que el estrepitoso asunto del Probo-Koala, ese buque neerlandés fletado (...)