Tras dos meses de bloqueo por parte del Ejecutivo, la Rada –el Parlamento ucraniano– aprobó, el 14 de abril, la formación de un nuevo Gobierno, evitando así que el presidente Petro Poroshenko hiciera efectiva su amenaza de disolución. Los apoyos occidentales de Kiev exigían la lucha contra la corrupción y, al mismo tiempo, estabilidad política. Para evitar la convocatoria de elecciones anticipadas, tuvieron que replantear sus aspiraciones con respecto a la primera exigencia.
A la favorita de las capitales occidentales para el puesto de primer ministro, la ministra de Economía Natalie Jaresko, ni siquiera le han sido prorrogadas sus funciones. Aunque la ex diplomática estadounidense con nacionalidad ucraniana gozaba de la confianza del Fondo Monetario Internacional (FMI), no contaba con suficientes apoyos en el Parlamento. Los diputados ucranianos prefirieron a Volodymyr Groysman, presidente de la Rada y perteneciente al círculo de Poroshenko.
Para París, Washington y Berlín, la convocatoria de elecciones anticipadas (...)