En aquella época, muchos observadores juzgaron que el régimen naserista agonizaba. Más lúcido, el 19 de junio de 1967 Nasser inauguró la primera reunión del Consejo de Ministros declarando, con una voz apenas audible: “El régimen ha sucumbido; hoy ha nacido otro”. Omitió precisar que, de hecho, el acta de defunción databa del 5 de junio. Ese día se derrumbaron en el deshonor todas las fuerzas nacionalistas de izquierda, los naseristas, los baasistas, los socialistas y los comunistas, considerados responsables de la derrota militar y de la quiebra de un sistema político. La desaparición de la escena política de esas corrientes laicas abría un abismo en el que el islam político no tardaría en precipitarse.
Entonces un espectáculo inédito atrajo mi atención: la frecuentación de las mezquitas adquirió tales proporciones que los fieles que no lograban ingresar cumplían sus devociones sobre las aceras de las calles contiguas, prosternándose sobre pequeñas alfombras (...)