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‘Slow food’

Por una gastronomía militante

El movimiento Slow Food (comida lenta, en oposición al Fast Food, comida rápida) milita desde hace diez años en favor de una concepción diferente de la gastronomía. El fundador de este movimiento que se desarrolla entre los campesinos de los cinco continentes, explica aquí por qué es necesario sacar a la gastronomía de su encierro mundano y sibarítico y restituirle sus valores culturales y ecológicos.

por Carlo Petrini, agosto de 2006

Mi tesis es simple: la gastronomía pertenece al ámbito de las ciencias, la política y la cultura. Contrariamente a lo que se cree, puede constituirse en una herramienta política de afirmación de las identidades culturales y en un proyecto virtuoso de confrontación con la globalización en curso.

Porque no hay nada de malo en apreciar los placeres del paladar, base fundamental del saber gastronómico y elemento esencial de la calidad de vida. El movimiento Slow Food (www.slowfood.com) fue creado “para la defensa y el derecho al placer de la alimentación”. Algunos militantes, a menudo de izquierdas, no aprecian mucho tales afirmaciones, que asimilan a la “decadencia burguesa” o al “epicureísmo degenerado”. Por lo tanto, son necesarias algunas explicaciones.

En primer lugar, cuando se habla de gastronomía, no sólo importa el placer. Según su principal teórico, Jean-Antelme Brillat-Savarin (1755-1826), autor de La Physiologie du Goût (“La Fisiología (...)

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