Con aspecto cansado después de una agotadora semana confeccionando zapatos, Zhang, de 27 años, cuenta mirando al vacío: “Hace un año que estoy en Baiyun. Mi mujer y mi hijo siguen en la provincia de Guangxi. Era granjero, vine aquí por el dinero”. Al igual que cerca de 280 millones de chinos, abandonó su pueblo natal para unirse a las filas de los mingong (o trabajadores migrantes, literalmente “campesinos obreros”), esos habitantes rurales que llegan a las megalópolis del país en busca de una vida mejor. Este éxodo comenzó en 1979, durante la apertura de China a la economía globalizada bajo el impulso del presidente Deng Xiaoping. Albañiles, obreros, barrenderos: son, desde hace cuarenta años, la mano de obra del crecimiento chino.
En Baiyun, distrito obrero del norte de Cantón donde se encuentran bloques de viviendas dormitorio, pequeñas fábricas textiles y puestos que venden de todo, las generaciones de mingong se (...)