Desde finales de los años 1980, la Unión Europea se esfuerza por acabar con los monopolios en el sector de la energía por red, en el que se encuentran el gas y la electricidad. Ya que estos servicios públicos han demostrado una gran eficiencia, ha tenido que aplicar una estrategia radical, elaborada en Chile durante el régimen dictatorial de Augusto Pinochet e importada, unos años más tarde, al Reino Unido de Margaret Thatcher.
El principio consiste en escindir las actividades de producción, de gestión de la red y de suministro (la venta al cliente final), antaño unidas en una misma empresa pública. Esta división separa los sectores susceptibles de generar beneficios rápidos y aquellos que difícilmente son rentables. Se introduce así la competencia directa en la producción y el suministro, mientras que el transporte y la distribución siguen siendo públicos, aunque deben adaptarse para favorecer la competencia entre los demás actores.
Se (...)