A estas alturas la separación entre la especie humana y el resto de la naturaleza o, en términos más antiguos, el binomio que oponía el hombre a la naturaleza, es un tópico superado en todos los ámbitos del saber científico, que hoy sitúa al ser humano como un elemento más –el más problemático, sin duda– de los sistemas naturales. Por eso se habla de un nuevo paradigma científico, el ecológico.
No sucede lo mismo todavía en las ciencias sociales. En efecto, desde la economía, la sociología, la antropología, y más aún la ética y la política, ese nuevo paradigma global, el ecológico, es objeto de discusión. Lo que es más grave, la ignorancia del fundamento científico de ese paradigma hace posible manipulaciones más o menos groseras, pro domo sua, que sirven, por ejemplo, para tratar de reivindicar la vieja noción de ley eterna, el modelo creacionista y su proyección (...)