El poder ucraniano deben enfrentarse a una cuestión espinosa: ¿debe instaurar un cordón sanitario frente a los territorios separatistas, apoyados militar y financieramente por Rusia, o cultivar los lazos económicos y administrativos con su población con la perspectiva de una reintegración del Donbás? De la respuesta que Kiev dé a esta pregunta dependerá en gran medida el futuro de los Acuerdos de Minsk, firmados en febrero de 2015, que prevén la concesión de un estatuto de autonomía a las regiones de Donetsk y de Lugansk, a cambio de la recuperación por parte de Ucrania del control de estos territorios y de su frontera con Rusia.
Tras largos meses de indecisión, el presidente Petro Poroshenko se ha inclinado bruscamente por la primera alternativa, empujado por los sectores más intransigentes de la Rada (Parlamento) y de la sociedad civil. El pasado 25 de enero, militantes ultranacionalistas salidos de los batallones de voluntarios y (...)