Partir de una oposición favorece el conflicto y abre la reflexión. No obstante, la relación entre arte y publicidad no siempre ha sido negativa, como probaron la Bauhaus, las vanguardias rusas o corrientes pop. Aun así, este proyecto se posiciona mostrándose contrario a la habitual construcción mediática de la realidad.
Vivimos tiempos de decisión, como lo fue 1933, año en el que Hermann Broch escribió El mal en el sistema de valores del arte para reflexionar sobre lo que llamó “kitsch”, no entendido como mal gusto, sino como copia, imitación, apariencia de belleza, atracción de masas… Aquí, la publicidad ocupa ese lugar, abocándonos a una respuesta: abordar lo estético desde la ética. Con este fin se estudia “cómo el arte toma las estrategias publicitarias (…) para proponer un discurso crítico, social y políticamente comprometido”.
Como decía Baudrillard, la publicidad añade calor a los objetos, los vuelve más cercanos y atractivos. A partir (...)