Todo es más fácil cuando se es escritor o, en otras palabras, cuando se dispone de las armas. Antes o después de un momento preciso, se coge un cuaderno y todo lo que ronda por la cabeza se materializa en papel. Las palabras ofrecen una resistencia útil a nuestra condición, expresándola.
Recién casado, ya licenciado en medicina y, en breve, padre de familia, António Lobo Antunes fue llamado a filas y enviado a Angola (1971-1973), en plena guerra colonial, con el fin de ejercer el oficio para el que se había formado. La guerra le sumergió en “el culo de Judas” (en Gago Couthino, cerca de la frontera de Zambia, en Ninda, en Chiúme…). Le privó de los suyos, ante todo de la persona que amaba, a quien escribía casi a diario. Tenía veintiocho años.
A esta edad, Rimbaud ya no tenía nada más que decir. El escritor Giuseppe Tomasi di Lampedusa (...)