Pedir poco y esperar mucho: dieciocho años después de la creación de la Asociación para una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC), en junio de 1998, la retención del 0,01% al 0,1% sobre las transacciones financieras, inspirada por el economista James Tobin para “echar arena en los engranajes” a los mercados, tarda en hacerse efectiva. La fórmula edulcorada que negocian sin entusiasmo los cenáculos europeos reportaría una fracción del monto (más de 100.000 millones de euros) estipulado en un principio.
Pero, en realidad, ¿por qué haber colocado el listón tan bajo? ¿Por qué haber luchado tanto para introducir una fricción tan leve en la mecánica especulativa? La comodidad de la mirada retrospectiva y las lecciones de la gran crisis de 2008 sugieren que la simple y llana prohibición de ciertos movimientos de capitales parasitarios estaba muy justificada.
Esta prudencia reivindicativa refleja el estado de ánimo de una época en la (...)