El 20 de agosto de 2013, Libération intentó reflotar su débil difusión mediante el siguiente eslogan promocional: “Cuando todo va rápido, hay una única solución: ir más rápido aún”. Una mala solución, parece. Un año más tarde, las ventas del diario continuaban derrumbándose y sus directivos anunciaban la supresión de más de un tercio de los empleados del diario. Al mismo tiempo, exigían que los supervivientes produjeran más contenidos “heteróclitos” con menos periodistas. Los que se sintieron tentados a resistir fueron advertidos por el nuevo director general Pierre Fraidenraich: “Es esto o la muerte”. Pasarán, sin duda, las dos cosas.
El planeta padece angustias más profundas que esta interminable agonía de una pequeña empresa en dificultades de pérdida de volumen de negocios, de clientes y de razón social. Pero, aunque pueda parecer secundaria, esta historia muestra dos elementos importantes propios de una novela de época: una prensa escrita cuyo estado general (...)