Los grandes medios de comunicación escrita están a sus pies. Desde Le Figaro hasta el Wall Street Journal, pasando por el New York Times, encomian al nuevo presidente de México. Para Enrique Peña Nieto, “joven”, “seductor”, “moderno”, el año 2013 terminó de forma apoteósica: a finales de diciembre aprobó una reforma constitucional que libra los sectores de la energía (electricidad, hidrocarburos y productos derivados) a la inversión privada, nacional y extranjera. Más aún: para lograrlo, consiguió dividir a la izquierda.
Volvamos un poco atrás. En el transcurso de los días que siguieron a las elecciones, en julio de 2012, tras la ajustada derrota de Andrés Manuel López Obrador, candidato de una amplia coalición progresista, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) –principal partido de la izquierda– y sus aliados manifestaron su enfado y estallaron las acusaciones de fraude y de compra de votos. Jesús Zambrano, presidente del PRD, exigió la anulación (...)