Los planes de “rescate” financiero de Grecia hoy –quizá de España y Portugal mañana, y de otros Estados pasado mañana– no tienen en absoluto el objetivo de “rescatar” un país. Se trata de evitar a toda costa el derrumbamiento de una construcción monetaria, el euro, y, en consecuencia, el de los fundamentos ideológicos de la construcción europea.
La decisión de crear una moneda única europea, principal disposición del tratado de Maastricht de 1992, constituía un desafío a la lógica. Se decidió imponer, efectivamente, igual política monetaria a economías tan dispares como, por ejemplo, las de Alemania y Grecia. Por definición, cualquiera que fuese esa política, sólo podía servir a un interés nacional particular –estructural o coyuntural–, y por ende, menoscabar otros intereses nacionales. En este caso, son los intereses alemanes, y sólo ellos (un euro “fuerte” sustituyó a un marco “fuerte”), los que determinaron su definición.
El euro habría tenido sentido en (...)